La crisis en Ceuta es un desafío en dos frentes para el gobierno de Sánchez
España se encontraba en medio de una nueva crisis desde el 17 de mayo cuando alrededor de 8000 inmigrantes ilegales intentaron ingresar a España nadando hasta la costa de Ceuta, uno de los dos enclaves españoles en África que limita con Marruecos.
La afluencia de estos inmigrantes se percibe como un problema de seguridad para la integridad territorial de España. El Presidente del Gobierno Pedro Sánchez declaró que su gobierno todas las medidas necesarias para defender el país. Sánchez también canceló su visita a París y en su lugar viajó a Ceuta el 18 de mayo para gestionar la crisis.
A raíz de esta emergencia, España desplegó sus fuerzas armadas para evitar que la situación se agrave aún más y también para evitar que los inmigrantes entren en España y para procesar el regreso de los inmigrantes a Marruecos.
Esta crisis podría convertirse en una gran amenaza estratégica si no se toman las acciones correctivas oportunas. Para España, esta crisis presenta desafíos tanto en el frente externo como en el interno.
Desafíos en el frente de la política exterior
La actual crisis migratoria tiene el potencial de crear una discordia en las relaciones España-Marruecos, si no un daño total. Una serie de cuestiones pendientes caracterizan las relaciones entre España y Marruecos. Los enclaves españoles de Ceuta y Melilla en África, en la frontera con Marruecos, son una manzana de la discordia entre ambos países, ya que Marruecos reclama estos enclaves.
La afluencia de estos 8000 inmigrantes no es una incidencia repentina. Se cree que la causa de esta crisis tiene su origen en el estado del Sáhara Occidental, que fue colonia española hasta 1975. Marruecos anexó este territorio después de la salida de España y comenzó a asentar allí a los marroquíes. Un grupo de saharauis formó el Frente Polisario que lucha por la independencia del Sáhara Occidental. Las Naciones Unidas clasifican al Sáhara Occidental como un “territorio no autónomo”. Las Naciones Unidas también instan al diálogo para encontrar una solución al estado del Sáhara Occidental.
Mientras España afirma su posición a la de Naciones Unidas, Marruecos acusa a España de apoyar al Frente Polisario. Esta afirmación está respaldada por el hecho de que España acoge actualmente al líder de este frente, Brahim Ghali, que se encuentra en tratamiento por COVID-19 en un hospital de Logroño en España. España, a su vez, afirma que Marruecos está enviando inmigrantes en gran número para presionar a España para que cambie su política sobre el Sáhara Occidental.
Los temores de España no son infundados, ya que la crisis de los inmigrantes se ha convertido en una importante preocupación económica y de seguridad en toda Europa. Siempre existe la posibilidad de que países como Marruecos utilicen a los inmigrantes como moneda de cambio para obtener beneficios de los países europeos.
El momento de esta crisis también puede no ser coincidente. Solo el 9 de mayo España puso fin al estado de alarma después de más de seis meses. Como uno de los países más afectados de Europa por la pandemia de COVID-19, España espera volver a la normalidad eliminando las restricciones a sus actividades económicas. Esta nueva crisis crearía una carga adicional sobre la economía española que buscaría evitar. Mientras Marruecos trató de presionar a España, la UE se apresuró a expresar su apoyo a España. El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, respaldó la posición de España.
Simultáneamente, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, extendió su apoyo a Marruecos. Estados Unidos reconoce la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental.
Con las relaciones entre la UE y Estados Unidos aún no del todo cordiales, esta crisis puede ser un añadido a sus disputas con España atrapadas en el medio.
Impacto en la política nacional
El segundo frente de este desafío es la política interna. Es probable que esta crisis tenga un grave impacto en el gobierno español en general y en el gobernante PSOE en particular. En las elecciones celebradas recientemente en la Comunidad de Madrid, el PP registró una victoria masiva. El PSOE, pese a esforzarse mucho, no consiguió desalojar al PP. De hecho, el PSOE perdió 13 escaños respecto a su desempeño en 2019.
Tras un sólido desempeño en las elecciones de Madrid, el PP ha surgido no solo como una alternativa al PSOE, sino también como el principal partido de derecha que ya ha atraído un número considerable de votos centristas. La desaparición de Ciudadanos ha tenido como consecuencia la transferencia de sus votos al PP. Una reciente encuesta sugiere que la brecha entre el PP y el PSOE se está cerrando rápidamente y el PP es un probable contendiente para ganar las próximas elecciones generales en 2023.
La crisis migratoria es una oportunidad para que el PP suba la apuesta contra el gobierno de Sánchez. Esta también es una oportunidad para que Vox afirme su presencia a nivel nacional. Vox tiene una presencia considerable en Andalucía y Canarias, ambas regiones susceptibles a la afluencia de inmigrantes africanos. Vox podría proyectar la crisis migratoria como un fracaso del gobierno de Sánchez y ganar más terreno.
Cuando Sánchez visitó Ceuta el 18 de mayo, se encontró con protestas de multitudes enojadas. Todos estos desarrollos no auguran nada bueno para el PSOE. Es posible que PP y Vox compitan entre sí por más espacio en la política nacional. Sin embargo, es poco probable que el PSOE se beneficie de esto. El sentimiento público desfavorable contra el PSOE posiblemente resultaría en un éxito colectivo del PP y de Vox.
Si bien la crisis migratoria no es nueva para España y para la UE, este nuevo incidente indica que la solución no está a la vista en el corto plazo. Queda por ver cómo el gobierno de Sánchez logra un equilibrio entre defender la integridad territorial de España por un lado y no ceder espacio político al PP y Vox por otro.