Armenia vs Azerbaiyán: Un enfrentamiento en mitad de una redefinición de alianzas
Tras cuatro años de relativa calma en el Cáucaso, el pasado 12 julio tropas armenias y azeríes iniciaron un enfrentamiento a gran escala haciendo uso de artillería pesada y drones aéreos no tripulados, que han causado la destrucción de infraestructuras de ambos países y la muerte de al menos una docena de militares, incluyendo a un general y un coronel del ejército de Azerbaiyán.
Pese a la gravedad de los combates, estos aún no han alcanzado los niveles de la llamada “Guerra de los 4 días” que tuvo lugar en 2016 a lo largo de la Línea que Contacto que separa Nagorno Karabaj de Azerbaiyán, que se saldó con centenares de bajas por ambas partes y una serie de denuncias de crímenes guerra cometidas por soldados azeríes contra civiles y militares armenios.
Y es que la rivalidad entre ambas naciones se prolonga a lo largo de los siglos y se traducenen el último siglo en la colaboración azerí en el genocidio armenio de 1915 a 1923, pogromos contra población armenia residente en Azerbaiyán como los de Sumgaity Kirovabad (1988), Bakú (1990) y una guerra por el control de Artsaj (Nagorno Karabaj) desde 1988 a 1994 que se finalizó con una victoria militar armenia que en la práctica no supuso la incorporación de Artsaj a Armenia, produciéndose desde un estancamiento del conflicto que da lugar a recurrentes escaramuzas
Los recientes combates, a diferencia de enfrentamientos previos, tienen lugar en la frontera que separa la provincia armenia de Tavush de los distritos azeríes de Tovuz, Qazakh y Gadabay y se prolongan desde entonces con la excepción del alto el fuego acordado el día 15 de julio y que fracasó a las pocas horas de empezar.
Por el momento se desconoce quien comenzó las hostilidades en un contexto en el que los gobiernos de ambos países necesitan una escalada del conflicto para desviar la atención del impacto económico y social causado por la irrupción del covid-19 en la región y la caída del precio del petróleo cuya explotación es vital para la economía azerí.
Dicha estrategia, pese a que puede tener incontroladas consecuencias, de momento parece ser efectiva ya que decenas de miles de azeríes se han echado a las calles en Bakú pidiendo alistare en el ejército para enfrentarse con su enemigo histórico, mientras que en Ereván la gente muestra su enojo por el escaso apoyo recibido de sus aliados en los últimos enfrentamientos.
Sin embargo, ambos mandatarios son conscientes de sus propias debilidades ya que Armenia cuenta con un armamento más antiguo, mientras que Azerbaiyán no quiere poner en peligro infraestructuras clave para su bienestar económico y seguridad nacional que transcurren en las cercanías de Tavush como son la fibra óptica, los oleoductos y gaseoductos que trascurren desde Bakú a Turquía pasando por Georgia, así como ferrocarriles y autopistas.
En el plano internacional, las gestiones del Primer Ministro Pashayian han sido bastante decepcionantes ya que, tras reiteradas peticiones a la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva, del que Armenia forma parte, para que se implique en el conflicto solo ha conseguido que los componentes de la misma hagan un llamado al alto el fuego entre Armenia y Azerbaiyán.
Y es que Rusia no quiere enemistarse con una Azerbaiyán cuyo lobby tiene mucha influencia en Moscú, es una pieza clave en control ruso del Cáucaso Sur hasta las antiguas fronteras de la Soviética y que regularmente le compra armas, y menos en defensa de un mandatario armenio pro-occidental que accedió al poder tras unas protestas populares que tumbaron al antiguo gobierno de orientación pro-rusa.
Sin embargo, esta inhibición rusa no ha convencido al presidente azerí Aliyev que inmediatamente destituyó a su Ministro de Exteriores, un político con años de experiencia y contactos Moscú para sustituirlo por otro con el encargo de que priorice las relaciones del país con la Unión Europea, Reino Unido y Estados Unidos y sobre todo con Turquía, enviando una clara señal a Rusia de que Azerbaiyán está abierta a cambiar de alianzas si no se siente correspondido.
En contraposición a la timorata posición rusa, Turquía anunció en los primeros compases del enfrentamiento en Tavush que su ejército acudiría en apoyo del azerí en caso de agresión armenia, intervención que, en caso de darse, forzaría a la OTSC y Rusia a enviar tropas en defensa de Armenia, trasformando unas escaramuzas en un conflicto regional a gran escala.
Estas declaraciones grandilocuentes por parte del Turquía podrían ser una advertencia a Armenia para que no ataque el recientemente creado gaseoducto que pasa por las cercanías de Tavush que liberaría a Ankara de la dependencia a la que están sometidos del gas ruso o una estrategia de negociación del contrato de suministro con Gazprom, para reducir el precio que pagan al gigante ruso o simplemente una baza para obtener cesiones de Rusia en los conflictos de Siria y/o Libia.
La arrogancia en las amenazas turcas sobre Armenia y Rusia estaría motivada en el apoyo del gobierno estadounidense como forma de hacer desaparecer la influencia rusa en el sur del Cáucaso. Sin embargo, este auxilio de la administración Trump estaría siendo obstaculizado por un Congreso estadounidense que profesa una profunda hostilidad hacia Erdogan y llegaría a su fin si Biden apoyado por los lobbies griego, chipriota y armenio se alza con la presidencia en noviembre.
Sin embargo, no queda claro si Erdogan pasará de las palabras a los hechos ya no está logrando sus objetivos militares en Siria y Libia, está acumulando enemigos por su política en el Mediterráneo oriental y entrar en Armenia supondría entrar directamente en el patio trasero de Rusia con lo que esto implica.
Por lo tanto, nos encontramos en una situación de enfrentamiento armado que no interesa ni a Armenia ni a Azerbaiyán que pase a mayores, en la que Rusia no quiere verse implicada, que provoca división en Washington, a la que Turquía le puede causar más daños que beneficios y que de paso ha cerrado las pocas esperanzas de acuerdo de paz que surgieron cuando llegó al poder.
Como nota positiva es altamente improbable que este conflicto acabe en una guerra abierta como la que tuvo lugar en 1988, pero no es descartable que alcance el nivel de la “Guerra de los 4 días” si las partes implicadas, pese a que no tienen voluntad de ir a una guerra se empeñan en inflamar la situación para desviar la atención de sus problemas internos.