Mirada estratégica israelí de la anexión de Cisjordania
En 2020 se abrió un nuevo capítulo en la lucha entre israelíes y palestinos. Esta nueva etapa en la trama entre el Estado de Israel y Palestina, que aún no tiene el reconocimiento internacional de Estado, refiere a la anexión de parte de Cisjordania a Israel. Este plan de anexión de ciertas porciones del territorio a los dominios de Israel ha generado repercusiones en distintos campos de parte de la comunidad internacional.
Según lo establecido en los acuerdos de Oslo firmados en 1993, el territorio de Cisjordania está dividido en 3 zonas que delimitan el control de las autoridades palestinas e israelíes. En el marco de estos acuerdos, Israel tiene control civil y militar total de la denominada “zona C” que compone aproximadamente el 60% del territorio, y un control militar parcial de la “zona B” que constituye el 21% del territorio. Dentro del suelo controlado militarmente por Israel, se establecieron asentamientos en los que habitan ciudadanos israelíes y palestinos. Estos asentamientos son catalogados internacionalmente como ilegales y clasificados como territorios ocupados por el Estado de Israel. El plan del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, confiere la anexión a su territorio oficial de los asentamientos ubicados en la zona que tiene bajo su dominio en Cisjordania y el Valle de Jordán. No obstante, Netanyahu se comprometió a que las ciudades palestinas ubicadas en el territorio bajo control israelí no quedarían incluidas dentro de la anexión. En consecuencia, algunas áreas habitadas por palestinos se convertirían en islas rodeadas por territorio de Israel.
El plan de anexión que prometía efectuarse el pasado 1° de julio pero quedó demorado, tuvo la particularidad de contar en primera instancia con el apoyo de Estados Unidos aunque luego adoptó una postura moderada. La relación amistosa entre el país del norte e Israel fue demostrada con el acuerdo que permitió la locación de la embajada norteamericana en Jerusalén a principio del 2018, hecho que también causó conmoción internacional. Este acuerdo impulsado por el presidente Trump marcó su tendencia hacia el lado israelí en la consecución del conflicto palestino-israelí y denota la relación recíproca para la obtención de mayor influencia dentro de Medio Oriente.
Más allá de la dicotomía sobre la legalidad internacional de la anexión de la que se ha debatido arduamente en los últimos días, Israel descree la posibilidad de tener consecuencias fácticas de parte de la comunidad internacional. El relator especial de la ONU para la situación de Derechos Humanos en los territorios palestinos ocupados, Michael Lynk, enunció que “Israel aprendió una lección incuestionable sobre la impunidad: la comunidad internacional aprobará resoluciones contra la anexión, adoptará resoluciones con respecto a la ilegalidad de la construcción de los asentamientos y, sin embargo, no hará virtualmente nada a Israel”.
El Estado de Israel justifica su intención de integrar estos territorios como parte oficial del país en fundamentos históricos y religiosos principalmente, además, facilitaría la construcción en el lugar. Sin embargo, estos no son los únicos elementos que motivan la búsqueda de la anexión sino que la economía y la seguridad tienen una importancia estratégica. Sumado a esto, con la anexión del suelo reclamado por Israel el territorio palestino quedaría fragmentado, lo que podría dificultar su conformación como Estado independiente y acercaría a Israel a ganar el conflicto. De todas formas, Netanyahu niega que esta acción repercuta negativamente sobre el logro de la paz.
En el campo económico, el ex ministro de gabinete palestino, Sameh al-Abed, explicó que el Valle de Jordán “es la canasta de alimentos del pueblo palestino y está llena de recursos naturales”. El Valle de Jordán tiene un suelo y clima propicio para la producción de frutas y verduras a lo largo de todo el año, también cuenta con acceso al Mar Muerto cuyas aguas son ricas en minerales. Por lo tanto, el valle genera ventajas comerciales tanto de alimentos como turismo. Por otro lado, los palestinos se llevarían la peor parte con la anexión ya que en esta zona están asentadas sus granjas y es una de las pocas áreas con el espacio abierto suficiente para el desarrollo.
El otro punto de importancia elemental es la seguridad que provee el valle en manos de Israel. Es conocida la relación tensa que sostiene con Irán y otros países por lo que la anexión del valle le otorga a Israel la protección de toda la franja del este contra los ataques provenientes de esta dirección. Netanyahu también debe considerar la posibilidad de que el país resulte dividido en dos ante un posible conflicto militar poniendo atención sobre la zona costera más angosta de Israel.
Como resultado, a pesar del desacuerdo de la comunidad internacional en general y teniendo en cuenta la postura que adopte el presidente Trump, el dilema costo – beneficio que evalúa Netanyahu parecería dirigirse a su favor. La anexión podría ser un factor determinante en el conflicto palestino-israelí tanto para lograr un acuerdo o que derive en nuevas revueltas.